NOCHE POÉTICA

NOCHE POÉTICA

POESÍA
La poesía es tan solo otro camino
distinto hacía la temida muerte.
La poesía es el placentero orgasmo
del corazón y sus sentimientos.
Y yo un lujurioso peregrino
que camina errante entre los versos.

R.S.V.



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viernes, 31 de diciembre de 2010

CON TINTA DE LLUVIA

Con tinta de oxígeno te recuerdo
bailando descalza bajo la lluvia,
y de paraguas tu melena rubia
que se prolongaba por tu hombro izquierdo.

Con tinta de mi sangre te dibujo
navegando cual capitán los charcos
pero sin marineros y sin barcos.
Parecías poseída por un embrujo.

El embrujo era el alcohol de tus venas
que te había dado por obsequio el vino,
y que aún nos duraba por el camino
haciendo algo más amenas las penas.

Con tinta de saliva se escribió
nuestra mágica y acuosa despedida
que con la resaca quedó diluida…
Con aquel beso la historia acabó.

viernes, 17 de diciembre de 2010

EL TREN DE LAS SIETE

La lluvia bombardeaba la estación
disimulando sin querer mis lágrimas,
las mismas que exprimía mi corazón
infectado ya de nostalgia y lágrimas.

Y desde aquella acerada serpiente
tu mirada buscaba en la estación
los restos de un amor incandescente
que ardía libre en mi triste corazón.

Yo te observaba entre la gente,
no tuve el valor para despedirme
me protegí de tu mirada hiriente
pero me viste allí… mojado y firme.

Nuestra acuosa mirada se cruzó.
Me iba quedando solo en la estación
cuanto tu rostro desapareció…
al instante bajaste del vagón.

Te posaste ante mi húmeda figura
con aquel redoble de tus tacones,
me miraste y besaste con ternura,
de nuevo juntos nuestros corazones.

Aquel tren de las siete se marchaba
vomitando una oscura estela de humo,
tu boca ajena a todo aún me besaba
con su saliva cual sagrado zumo.

“Te debes ir ya, se marcha tu tren”.
Dije atreviéndome a cesar sus besos.
“Mi sitio está aquí contigo, Rubén”.
Y de nuevo del amor fuimos presos.

Pocos días antes a tu corazón
se le marchitaban los sentimientos,
mas te diste cuenta en aquel vagón
de que me amabas sin remordimientos.

viernes, 10 de diciembre de 2010

ALARIDOS DE UN POETA

I

Sentado en un tejado de escamas rojas,
un cielo azul, tímidamente arañado
por madejas de nubes anaranjadas,
anuncia la primera noche de otoño.
Sentado en un tejado de escamas rojas,
pienso, que esta noche no quiero ser poeta,
pero es que la luna llena me amenaza
raptándome en una jaula de papel.
Me amenaza la luna para que escriba,
y son mis dedos, los sumisos tentáculos
de mi latente y poético pensamiento,
quienes en cada verso me hagan ser libre.
Me amenaza la luna para que escriba
¿Pero qué demonios quiere que el diga?
Quizás quiere que confiese la verdad,
que la memoria es el pesado grillete
del alma desde que a mi lado no estás.
Sí, esa es la cruel verdad que no reconozco,
que todavía no la consigo olvidar,
y que sumerjo nocturnos alaridos
de mi conciencia en otra copa de vino,
vulgar ritual para creer que soy el mismo.

II

Maldigo al Dios del cielo y a la propia muerte
pues se la llevaron hace ya mil días.
Dios ¿Acaso crees que le amas más que yo?
¿Acaso le necesitas en tu reino,
más que yo en mi triste y solitaria vida?
¿Por qué me condenas a vivir sin ella?
¿Por qué me condenas a vivir muriendo?
(Y sé que cuando nací empecé a morir).
Perdóname mi Señor por las injurias,
pero es que no entiendo tu guión de la vida.

III

Infinitas rosas esperan su vuelta,
empero todas ellas mueren lentamente
marchitándose al ritmo de mis latidos.
¡Rosas preciosas que ya no podrá oler!
¡Románticos poemas que no serán leídos!
Otra vez pienso que no quiero ser poeta,
pues ya no tiene sentido escribir versos
(para ella, que es el eco de mi soledad),
porque sería como pintar en la niebla.
¿Cuál de las presentes estrellas será ella?
La veo así, cual estrella del universo
que aunque muerta, sigue ofreciéndome luz
en forma de fuerza, consuelo y de amor.

IV

Mientras un latido se empeñe en latir
la seguiré amando, sintiendo y soñando.
Mis latidos son malgastados sin ella.
Una noche más seré un suicida errado
(que se perdona la vida que no tiene),
un poeta errante, que invocando su muerte
(la única senda para el reino de Dios)
desea reunirse con su amada eternamente.
(Mis latidos son malgastados sin ella…
y mis labios son malgastados sin ella…
y mis poemas son malgastados sin ella…
y mis rosas son malgastadas sin ella…
y el cielo está aún más bendecido con ella…)

V

Abre la luna la puerta de papel,
pero de repente, no quiero salir,
porque aquí me someto a la realidad
en la que debería estar (pero no estoy).
Y mi rebelde resistencia es inútil,
pues mis lágrimas deshacen las esquirlas
de papel (término de la realidad)
que dividen (dividían) toda esperanza,
esperanzas carentes de realidad
y realidades carentes de esperanzas.
Vuelvo a soñar despierto con el rumor
afónico de su presencia. De nuevo,
volveré a desmentir su mortuoria ausencia .

jueves, 2 de diciembre de 2010

EL VIUDO (2ª PARTE DEL POEMA DE LA PRÓXIMA SEMANA, ALARIDOS DE UN POETA) lean mi comentario

Se adentraba en las mañanas de niebla
en aquel frio laberinto de mármol
llevando como enlutada bandera,
un recién cortado ramo de flores
y un beso en los labios que será eterno.

Dejaba un rastro con su gris mirada
para marcar el camino de vuelta
(aunque aquello fuese muy a pesar suyo).

Navegaba entre nombres, fotos, cruces,
Ángeles, epitafios y cipreses,
así llegaba a su pequeño altar
en donde un melancólico: “ Aquí yace…”
le congelaba su ya helada sangre,
le partía su triste y solitaria alma,
marchitaba su viejo corazón,
le hacía morir todavía un poco más…
(Aunque eso no fuese muy o pesar suyo).

Allí colocaba el ramo de flores
pero se guardaba su último beso,
confiaba en poder dárselo en el cielo
o en la próxima vida si la hubiese.

Allí derrochaba plegarias, rezos,
lágrimas, recuerdos, largos silencios…

Alguna vez sonreía sin darse cuenta,
sonreía mirando cómplice al cielo,
después, bajaba la mirada al suelo
o a la foto de su difunta amada,
en ella le peinaba sus cabellos
le miraba a su arrugada mirada
que aún conservaba el color del amor
y le decía lo mucho que le amaba,
ella tan risueña se sonrojaba
y este le regalaba un beso ardiente
que contrastaba con el frio mármol.
Y así hasta que una grisácea paloma
se posó sobre él y lo despertó
de su tan necesaria fantasía
(Esa tan necesaria como inútil).

Lo sé porque yo ese día estaba allí,
era un frio lunes, un tres de noviembre.

Sus pies siguieron el rastro dejado
y estos le hicieron pasar por mi lado,
iba diciendo algo en voz baja sobre
el poder de una jaula de papel,
sobre su condena y sus consecuencias,
yo en ese momento no lo entendí
mas podrían ser alaridos de un poeta.

Y lo que el viudo (o el poeta) no sabía
es que cuando venga a su altar mañana
allí encontrará ( y leerá) este poema.