NOCHE POÉTICA

NOCHE POÉTICA

POESÍA
La poesía es tan solo otro camino
distinto hacía la temida muerte.
La poesía es el placentero orgasmo
del corazón y sus sentimientos.
Y yo un lujurioso peregrino
que camina errante entre los versos.

R.S.V.



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domingo, 11 de noviembre de 2012

LA XANA

                        I
Sola, gira el búcaro en la última mesa,
inspirando inconsciente sobras irreales,
ahí, donde la hiedra serpea más espesa.
Alza y sortea entre los comensales

Su mirada, es tan bella y a la vez ausente…
que florece de ella la melancolía.
Y Hechizado en mi observación imprudente
hallo anudada su mirada en la mía.

Sostenida es un mundo en un suspiro
inefable aún para el mas Empíreo Poeta,
y es tan hondo el latido que la retiro
con pena. Ella juega con la servilleta.

Será el murmullo del indómito oleaje
¡Oh! Será el laste de una tristeza impar,
será que tan solo porto un equipaje
de sombras…será que muero sin amar.

Será el numen de sus reflejos marinos
¡Oh! Serán sus rasgos de dulzura verdadera,
pero empiezo a entrelazar nuestros destinos
como si desde siempre la conociera.

Reitera con estudiada indiferencia
su mirada hacia la intuición que le acecha,
lo asumo, y con una leve reverencia,
quizá nerviosa, confirmo sus sospecha.

Al fin la retira inyectada en un gesto
y desliza así, un mechón de su cabello
Yo mientras tanto miro hacia el lado opuesto
distraído por un efímero destello.


Y entre que lo distingo y que acabo el verso,
ella se despide con cierta cortesía
del camarero, que torna el saludo inmerso
en el caos grave de una hambrienta jauría.

Esquiva las mesas sin rumbo aparente,
vaga triste, figurándose discreta.
Empero se acerca y disimuladamente
la veo posar su mirada en mi libreta

con un torpe grado de curiosidad
que la hace infantil y la mantiene bella.
Yo sigo escribiendo con tranquilidad
y simulo no estar escribiendo de ella.

¡Ah! Se percata y despierta una sonrisa
en su rostro que al instante se ruboriza.
Siento a mi corazón latir más deprisa
rendido a la belleza que lo hipnotiza.

Aún la puedo ver tras el amplio cristal
alejarse por el paseo triste y errante
¡Oh! como si fuera una sombra espectral
barnizada entera por un sol radiante.

                       
II

Vagando, me adentro en la Plaza Mayor
y observo cada rincón pensando en la chica
triste, pues entiendo que sufre de amor
portando el lastre de un recuerdo que implica

Un dolor flamígero en su corazón.
Si supiera que el mio arde como arde el suyo…
y soy ceniza…¡Bendita la visión!
Pues, cavilando entre el festivo barullo

que bien se prolonga hasta el bello puerto, hallo
de nuevo a la chica triste entre la gente
reunida bajo los pies de Don Pelayo.
La descubro sentada en la misma fuente

agitando el manto de deseos que plagia,
turbado por las ondas, su gran belleza.
Se abrevia así, como por arte de magia 
el tiempo, al ver peinar con tal sutileza

sus cabellos barnizados por el sol
de la tarde que por momento abdica.
Su mirada profunda como el crisol
interpreta la noche y la purifica.

Comienzan los espectáculos folclóricos 
en la Plaza Mayor y salen a escena
personajes vestidos con alegóricos
ropajes. Se escuchan cantos de sirena,

o las penas de los rudos mineros
que alzaron Gijón entre ferrocarriles,
y poemas de galantes caballeros
tan pronto como romances pastoriles.

Suenan palmas, gaitas, flautas, castañuelas…
entre el taconeo que sugiera le danza
con la que cortejan a las damiselas
los mozos que portan aperos de labranza.

Entonces el barullo que ahora amenaza
con una estampida hacia el gran espectáculo,
se aglomera en el pórtico de la plaza.
Yo camino inhiesto, como un leve obstáculo

abriéndome paso entre la multitud
que me dificulta llegar a la fuente.
Me acerco al fin con voluptuosa inquietud
pero por más que miro la encuentro ausente.

                 
III 


Son los placeres de la melancolía
los que en esta playa incitan a sentir
la nostalgia intima del último día,
a unas horas tan solo, antes de partir.

Escribo en la arena y grabo en las estrellas
mi nombre como vestigio de la noche,
y siento en la trascendencia de mis huellas
el vértigo huérfano, cuyo reproche,

es la inquietud de no ser lo que yo hubiera 
sido. La otredad que eclipsa mi nombre.
La nitidez de mi sombra verdadera
es la flamígera extinción de un pronombre.

Huyo de un pronombre que ya no obedece .
Señor, yo vine para gritar y no oírme
y aunque crearas la luz que me pertenece,
masturbaría mis sueños para evadirme.

Se esfuma esta ausencia del Pensar que me halla
cuando avalada por la sedosa brisa,
veo a la chica triste vagar por la playa
imprimiendo la arena por donde pisa.

Vaga errante, casi difunta y tan sola..
cual Elogio del Horizonte infinito
que acoge en su regazo el rumor de la ola
para dejarlo en la roca siempre escrito.

Tiemblo ante el delirio de un deseo espectral
que evoca en mi alma el encanto de la musa
cuando en la quietud del lecho sideral,
se adentra ingrávida cual sombra difusa.

La soledad a desarmado su encanto
en el brillo de su mirada perdida,
y su último suspiro despierta un canto
cual lágrima de Selene que fue vida.

Rubén Suárez Valverde Agosto 2012 Gijón, Asturias.