Se
derrumba el pétreo jardín del miedo
ante
mis pies. Huyo pero me enredo
en
los presagios y en las cicatrices
de
una inquietud huérfana de matices
que
apenas, se vale de abstractas voces,
flamígero
abismo que desconoces
y
que sin saber por qué te sostiene
te
mece o te hunde según le conviene.
Aquí
entre escombros no florece el verbo
que
me desate y tan solo soy un siervo
de
su silencio y su palabra muda.
Hoy
siquiera en la Poesía encuentro ayuda.