El viejo collar aún conserva tu olor.
El comedero el agua y la comida.En el patio, en un rincón, extendida,
tu mantita de borrado color.
Tu camita aún está llena de pelo
con las esquinas mordidas y rotas.
Tus juguetes y todas tus pelotas
aún están repartidas por el suelo.
No, no me atrevo a bajar al garaje
y quebrarme en la quietud de tu ausencia,
pues no sé enfrentarme a esta impotencia
que me devora y somete al coraje.
pues no sé enfrentarme a esta impotencia
que me devora y somete al coraje.
Tu alegría avivó mi ilusión perdida,
me hiciste feliz solo con tenerte,
y, aunque yo te rescaté de la muerte
fuiste tú quien me devolvió a la vida.
Te recuerdo en las tarde de buhardilla,
en los domingos de lectura al sol,
en nuestros paseos bajo el arrebol
y en noches de poesía bajo mi silla.
Nunca podré acostumbrarme a esta calma,
tampoco a este inconsolable abismo.
Si en tu mirada me hallaba a mí mismo
es porque en ti se reflejaba mi alma.
Te extraño en esta noche desolada.
Siempre te echaré de menos, amiga.
Descansa en paz y que Dios te bendiga,
mi bella y traviesa esfinge dorada.
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