El tiempo solo tiene un destino.
Sus engranajes inmisericordes
giran hacia la nada absoluta.
Todo ciclo consuma la nada.
como un epitafio inquebrantable.
Vosotros que recién brotáis
del templo del origen,
habréis de alzar el vuelo
sin anidar más en mis brazos
ni sobrevolar mis orillas.
Vuestros ojos,
ojos por los que yo vi,
y que habrán de contemplar
el albor del siglo venidero,
leerán inadvertidos por la costumbre
los reglones torcidos de la decadencia
escritos en mi frente.
Este cuerpo caerá vencido
por el propio peso de la existencia.
Vuestras manos
que se aferraron a las mías
en el primer esbozo de vida,
habrán de cerrar el telón
de esta obra inacabada.
El polvo reclamará lo que es suyo
y el ciclo habrá consumado la nada.
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